miércoles, 15 de julio de 2009

Georg Trakl: la poesía de la rebelión.

La poesía debe ser un remedio contra la desesperación y el oprobio de la propia existencia, por ello es que amo a Trakl. Su desborde abre caminos hacia la esencia de la vida, que es la muerte, pero el poeta no ensalza la carroña como muchos creen, sino que canta a la mortaja para elevar la vida misma, para liberar cadenas y encaminarse al absoluto.


Grodek
(1914)

[último poema de Georg Trakl]
Traducción de Breno Onetto


Al atardecer resuenan los otoñales bosques
de armas mortales, las planicies doradas y
los lagos azules; sobre ellos esparce el sol
algo sombrío; abraza la noche
a los moribundos combatientes, el salvaje lamento
de sus bocas partidas.

Mas quieto reúnese en los prados
en rojo nubarrón, donde habita un dios en cólera,
la sangre derramada, en frío lunar;
Todas las calles acaban en una negra podredumbre.
Bajo el dorado ramaje de noche y estrellas
vacila la sombra de la hermana por la
silenciosa arboleda, para saludar el espíritu de los héroes,
las cabezas sangrantes; y suaves resuenan en los juncos oscuras flautas del otoño.
Ah orgulloso duelo! vuestros metálicos altares,
la caliente flama del espíritu alimenta hoy un violento
dolor, al vástago nonato.


2 comentarios:

  1. Poesía fuerte sobre la guerra.

    Así es, cada que muere alguien en combate, no sólo muere él, sino toda su posible progenie, su estirpe nonata (así es como lo entiendo). Terriblemente cruel y ¡real!

    Gracias por esta oda al horror. Nos recuerda que la vida también puede ser quimera.

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  2. Gracias Eleutheria, por pasar y por comentar!!. sigo esperando tu mail :), besos.

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